Los salesianos y la familia salesiana de Don Bosco tenemos grandes retos en lo relativo al tema laboral juvenil. Fue un argumento que preocupó y le quitó el sueño a Don Bosco y lo sigue quitando a los salesianos y a toda la Familia Salesiana hoy.
El trabajo es uno de los pilares de las ideas sociales de Don Bosco. Para el padre de la juventud, todo trabajo es una colaboración con Dios en el perfeccionamiento del universo. El trabajo es, pues, el cumplimiento de los deberes propio del estado de cada uno, sean de estudio, de arte o de oficio. Y a través de este se llega a ser santo.
El trabajo es una tarea que ‘diviniza’ al hombre y que glorifica a Dios. Además, beneficia al trabajador en un sentido antropológico, haciendo de él alguien con sentido de “utilidad” y de estima de sí mismo. Pero, ¿dónde está el problema?
La profesora e investigadora de INTEC, Angela Liriano, sostiene que existen básicamente tres factores importantes que inciden en el desempleo juvenil en República Dominicana; educación de baja calidad o inadecuada, la exclusión social y la experiencia laboral. Comparto plenamente esta apreciación con la profesora Liriano.
Educación de baja calidad. En este mismo sentido dice, J. Ramírez-Guerrero que: “Existe una incongruencia entre las competencias que presentan los jóvenes frente a las competencias requeridas por el mercado laboral lo que afecta la inserción laboral, y que esto es propiamente “alimentado por la incapacidad de los sistemas educativos y de capacitación laboral para generar una oferta de servicios de buena calidad y adecuada a las demandas del mercado”. Los salesianos estamos luchando para superar esta incongruencia. Reconocemos que es una tarea nada fácil porque no siempre se poseen las herramientas necesarias, no siempre se cuentan los docentes apasionados por la enseñanza y debidamente cualificados.
Hemos de reconocer que en República Dominicana contamos con experiencias positivas que forman para el trabajo, como, por ejemplo: Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP), el Instituto Tecnológico de las Américas (ITLA), el Instituto Técnico Superior Comunitario (ITSC), los Jesuitas, los salesianos y otros. Pero esto no es suficiente. La educación técnico-profesional requiere de inversión y no siempre se tienen los recursos para para equilibrar competencias adquiridas en las aulas y las que exige el mundo laboral.
La triste realidad de exclusión laboral: Los cambios en el mercado laboral y el aceleramiento tecnológico y la globalización, han generado movimiento en las economías mundiales, pero también mucha exclusión social.
Por ejemplo, un joven en niveles de pobreza no tiene los mismos accesos a tecnología, educación o entrenamiento; por lo tanto, sus habilidades están muy por debajo de las de un joven en condiciones más adecuadas, limitando así al joven pobre en el logro de oportunidades de crecimiento profesional que le permitan tener una mejor calidad de vida. Las autoridades educativas han de continuar luchando para combatir esta terrible brecha.
La experiencia laboral es una realidad que aumenta el desempleo laboral juvenil en República Dominicana. Ello es consecuencia de las tendencias empresariales de solo contratar personal con experiencia laboral.
Los jóvenes en condición de vulnerabilidad presentan muchas más dificultades para obtener empleo debido a las exigencias en los niveles académicos, las competencias, las habilidades tecnológicas y los requerimientos en cuanto a buena presencia, limitan el acceso de esta población.
El gran reto consiste en abrir la puerta del mundo laboral a los jóvenes ofreciéndole una educación de calidad. Para ello hay que invertir más en cualificación de los docentes y ser más exigentes a la hora de admitir un docente en las aulas. Someter el docente a continuas evaluaciones, ofrecer al docente formación de actualización.
Partiendo de la realidad social y política del país. Considero que solo podremos alcanzar objetivos en este sentido en la medida que liberemos la educación del yugo, de la rémora, de las ataduras, de las amarras y del peso del populismo político. Hay que buscar que el por ciento dedicado a educación sea realmente para ello. Que los directores de centros educativos no tengamos que estar mendigando reparaciones o culminación de estructuras educativas, materiales para la docencia, al Ministerio, que se creen los mecanismos eficientes y expeditos para que se puedan satisfacer estas necesidades etc. Estas fueron realidades que también Don Bosco tuvo que enfrentar en su tiempo.
Acogemos con alegría las iniciativas que están realizando el Ministerio de Trabajo, de Educación y de la juventud. Hace falta unificar fuerzas, generar criterios y visiones comunes para que apostemos a una educación de calidad que asegure los puestos laborales que hoy están requiriendo las empresas. Esta es la mejor forma de conectar a los jóvenes con sus sueños profesionales. Dejémonos de cuentos y de pamplinas, hay que invertir en la calidad de la educación. El binomio educación y trabajo tiene que ser fortalecido, monitoreado y evaluado profundamente. Este es un derecho de nuestros jóvenes, no podemos negárselo. Sólo así podremos conectar a los jóvenes con sus sueños profesionales. Y sobre todo conectar al país con las autopistas des desarrollo y del crecimiento.
José Pastor Ramírez
Inspector de los salesianos en las Antillas