Un llamado a la esperanza

Un llamado a la esperanza

El l Santuario Cristo de los Milagros, Bayaguana, fue ayer viernes, 26 de marzo, escenario de la Vigilia “Del Dolor a la Vida, un llamado a la Esperanza”,  y el padre José Pastor Ramírez, Inspector de los Salesianos,  presentó el tema: “la huida a Egipto” con Jesús y José. 

A continuación el texto íntegro de su intervención:

Vigilia de adoración: del dolor a la vida. Un llamado a la esperanza

Segundo dolor de María: “la huida a Egipto” con Jesús y José (Mateo 2,13-15). 

Por lo general, cuando pensamos en el dolor, lo hacemos en un dolor físico, en heridas o enfermedades, y pocas veces pensamos en el dolor psicológico o el dolor emocional, que se puede definir como un sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima que se experimenta por motivos emocionales o anímicos. Todos estos tipos de dolores los experimentaron María y José en esta experiencia traumática de la huida a Egipto. 

El dolor de la sagrada familia

El Evangelio de San Mateo presenta a la Sagrada Familia por el camino doloroso del destierro, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los refugiados, marcada por miedo, incertidumbre, incomodidades (cf. Mt 2, 13-15.19-23). Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día las redes sociales, la televisión y los diarios dan noticias de refugiados que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para sí mismos y para sus familias.

En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre los refugiados y los inmigrantes encuentran auténtica acogida, respeto, aprecio por los valores que llevan consigo. Si los llegaran a acoger no dan el paso de integrarlos socialmente. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que a veces parecen insuperables.

De ordinario los cristianos imaginamos a María y José disfrutando en su casita de Nazaret de su hijo Jesús en un clima de paz y felicidad envidiables. No es ésta la imagen que nos ofrece el evangelista Mateo de la “sagrada familia”. Su sombrío relato de los primeros años de Jesús rompe toda la “poesía” que nosotros le ponemos.

Según Mateo, la familia de Jesús no ha podido vivir tranquila. Herodes quiere acabar con el niño para que no le arrebate un día su poder. José tiene que actuar con rapidez. El peligro es inminente. Coge al niño y a su madre “de noche”, y, sin esperar un nuevo amanecer, “huye a Egipto”.

Todo comienza cuando saben que Herodes busca al niño para acabar con él. Como sucede tantas veces, bajo el aparente bienestar de aquel reinado poderoso, perfectamente organizado, se esconde no poca violencia y crueldad. La familia de Jesús busca refugio en la provincia romana de Egipto, fuera del control de Herodes, asilo bien conocido por quienes huían de su persecución. De noche, de manera precipitada y angustiosa, comienza su odisea.

Así vive la “Sagrada Familia”: defendiendo a su hijo para que pueda sobrevivir, emigrando de un lugar a otro en busca de pan y trabajo, sin hogar seguro en medio de una tierra dominada por “reyes” poderosos como Herodes o Arquelao.

Pero este paso de la Sagrada Familia por Egipto es un episodio de significado más teológico que histórico, es un desvío necesario para que se cumpliera la profecía. “De Egipto llamé a mi hijo” (Mateo 2,15).

En la Biblia, ningún otro pueblo está tan estrechamente ligado a la epopeya judía como el egipcio. Fue en Egipto donde Moisés supo quién era y fue en el Sinaí donde recibió la revelación que lo hizo monoteísta.

Muerto Herodes, la familia respira y emprende el viaje hacia su hogar. Pero en Judea “reina Arquelao” un hombre conocido, según Flavio Josefo, por su crueldad y tiranía. José “siente miedo”. No es un lugar seguro para Jesús. Se desplazarán a Galilea y se establecerán en Nazaret, una aldea perdida entre montañas, que de momento parece un lugar menos peligroso. Al tomar esa decisión mengua su dolor, pero permanece aún la inseguridad de ir a un lugar desconocido. 

Dolores de la humanidad y las víctimas que lo padecen

Los dolores que vive hoy la humanidad son múltiples y muchos de ellos se originan en la injusticia, en la mala distribución de los bienes, la violencia, el egoísmo, la impunidad y la política amañada. 

Presento a continuación seis aspectos que están generando mucho dolor en la humanidad y en nuestro país: la cultura del descarte, el racismo, la corrupción, la ausencia de un régimen de consecuencia, profesionales bocina, los cristianos y los devotos del soborno.

  • Cultura del descarte

El descarte es “una cultura de exclusión a todo aquel y aquello que no esté en capacidad de producir según los términos que el liberalismo económico exagerado ha instaurado”, y que excluye “desde las cosas y los animales, a los seres humanos, e incluso al mismo Dios”.

Hoy se identifican numerosos descartes que generan dolor en todo el mundo. Es escandaloso lo que ha sucedido en algunos países con las personas mayores debido a la COVID-19. El Papa lo denuncia, porque no tenían que morir así. En relación con esto nos dice el Papa que aislar a los ancianos y abandonarlos a cargo de otros sin un adecuado y cercano acompañamiento de la familia, mutila y empobrece a la misma familia. La falta de humanidad y sensibilidad por los mayores produce en quien vive estas actitudes, descontento e insatisfacción. 

Dios construye sobre la debilidad… Él no descarta a ninguna persona porque no conoce la cultura del descarte. Él busca y ama a todos porque en Él todo es amor y misericordia.

Sólo “la cultura del encuentro“, es “capaz de hacer caer todos los muros, que todavía dividen el mundo” y construir puentes de contacto entre toda la humanidad.

  • Racismo y discriminación

Para el Papa, el racismo es una forma miserable de descarte que genera dolor crónico. Tenemos, también, demasiadas fobias que generan descartes, dolor: homofobia (es el miedo, el odio, la incomodidad o la desconfianza hacia las personas que son lesbianas, gays o bisexuales), xenofobia (es el rechazo al extranjero o al inmigrante), aporofobia (miedo y rechazo al pobre y a la pobreza) y una larga lista que crece cada día en este mundo tan alejado del afecto, de la fraternidad y del bien común. Crecemos, pero no tenemos un desarrollo humano integral, como pide el Papa Francisco.

El racismo es como un virus que se esconde en el organismo hasta que sale y “nos demuestra que nuestro supuesto progreso social no es tan real ni tan definitivo” como la gente piensa. Es como “un virus que muta rápidamente y, en vez de desaparecer, se esconde y permanece en la penumbra listo para saltar al acecho”.

  • Políticos, funcionarios y corrupción

Los malos políticos y funcionarios generan mucho dolor a las personas, a las familias y al país. La corrupción es un lastre que crea enormes pérdidas en materia económica, pero lo más preocupante es que socava la confianza en las instituciones y nulifica el desarrollo económico y social. Envuelve a todos en la impotencia de no poder hacer nada, lo que está forjando un dolor crónico, sobre todo, esos funcionarios que van a “buscar lo suyo”, a abultar las nóminas para asignar un salario (botella) a sus respectivos compañeritos, a sus familiares o personas que ayudaron a escalar el puesto que se ocupan. Este enfoque de la política hemos de erradicarlo del país y del continente americano. La política es un arte muy, muy digno. Devolvámosle su dignidad. Por otra parte, se percibe un alto nivel de cinismo en funcionarios que ocuparon puestos importantes en el pasado y hoy prometen defender los derechos de ese pueblo del cual abusaron estando en el poder. La corrupción degrada la dignidad de la persona. La corrupción es un delito grave que frena el desarrollo económico y social en todas las sociedades.

En República Dominicana hemos vivido décadas de sufriendo e impotencia por no poder neutralizar, con la fuerza de la ley, un sinnúmero de funcionarios corrutos. Gracias a Dios ya comenzamos a ver una lucecita al final del túnel oscuro de las acciones reñidas con la verdad, la ética y la moral. 

  • Frágil régimen de consecuencias

Sostiene, el Juez del Segundo Tribunal de Ejecución de la Pena del Departamento Judicial

de San Cristóbal, con sede en el Distrito Judicial de Peravia, José Manuel Arias, en su artículo, Hacia un verdadero régimen de consecuencias en el país, publicado en el Listín Diario de fecha, 28 de marzo de 2019: “Siempre hemos estado convencidos de que la instauración de un verdadero régimen de consecuencias resulta de trascendental importancia de cara a un correcto desempeño de todo aquel que ejerza determinada función, y máxime si la misma es pública, puesto que sus actuaciones terminarán impactando al pueblo en sentido general. Visto así, ese régimen de consecuencias del que hablamos emerge como una verdadera garantía del sistema democrático y del orden institucional. 

La ausencia de un régimen de consecuencias en el país está generando mucho dolor a los dominicanos. Esperamos que se vaya fortaleciendo en las próximas décadas. Hay que elegir autoridades comprometidas con la verdad y que caminan de frente al sol. Cuidémonos de elegir hombres y mujeres que se mueven en la oscuridad de la noche para hacer sus fullerías quedándose con el erario público y con las riquezas de nuestro país. 

Continúa afirmando el Juez José Manuel Arias: “No se trata de desatar una “cacería de brujas”; eso jamás, pero sí que se sea riguroso en los controles y frenos que deben existir que sirvan como muro de contención a las inconductas de quienes ejerzan una función, de manera que estén conscientes de que si tuercen sus pasos de manera indecorosa terminarán pagando las consecuencias de sus actos”. Esto se constituiría en un medicamento efectivísimo para el dolor crónico que estamos padeciendo los dominicanos en este momento. 

Debemos admitir que en la República Dominicana disponemos de esos “controles”, habida cuenta de que contamos con normativas que tipifican y sancionan las actuaciones “non sancta” de quienes pudieran utilizar sus posiciones para enriquecerse de manera fraudulenta”.

La Constitución de la República establece de manera notoria y categórica en su artículo 146 el ostracismo de la corrupción, disponiendo que: “Se condena toda forma de corrupción en los órganos del Estado. En consecuencia: Será sancionada con las penas que la ley determine, toda persona que sustraiga fondos públicos o que, prevaliéndose de sus posiciones dentro de los órganos y organismos del Estado, sus dependencias o instituciones autónomas, obtenga para sí o para terceros provecho económico”.

Se necesita un verdadero cambio estructural para entronizar un verdadero Régimen de Consecuencias que nos garantice, a todos los dominicanos, una esperanza de vida social, económica y política que nos permita desarrollarnos como un país pluralista donde los ciudadanos estén verdaderamente representados y empoderados.

  • Profesionales bocinas de funcionarios sanguijuela

Me avergüenzo de los llamados “periodistas bocinas” que traicionando la verdad y la ética profesional periodísticas se prestan a traicionar los mejores valores e intereses dominicanos para ocultar la malversación de funcionarios y políticos que se manejan en la oscuridad devorando a los más desprotegidos. Estos seudos profesionales de la comunicación generan mucho dolor a los intereses más nobles del pueblo dominicano. Entre ellos, la democracia, el honor de hombres y mujeres distinguidos de nuestro pueblo cuyo único delito es ser honestos, responsables y serios. 

Que la “comunicación sea un instrumento para construir y no destruir”, “que no siembre el odio, que dé voz a quien no la tiene, y que no sirva de megáfono a quien grita más fuerte”.

Periodistas “no comercialicen con la comida podrida de la desinformación y ofrezcan el pan bueno de la verdad”.

Felicito a los comunicadores que no se prestan a estas travesuras cobardes y egoístas. Que ejercen un periodismo apegado a la verdad.

  • Los cristianos y los devotos del soborno

Pongo en alerta a los cristianos de nuestro país de que los comportamientos corruptos se pueden colar en nuestras instituciones haciendo de nosotros traidores del evangelio. Los cristianos de las distintas denominaciones, sobre todo la Iglesia católica, hemos de estar siempre siguiendo los dictámenes de nuestra fe, de nuestras convicciones, aunque por ello se nos prive de beneficios gubernamentales. No podemos vender a los pobres, al evangelio, a Jesús, a la Iglesia por treinta y tres monedas como lo hizo Judas. 

Cuando un cristiano o una entidad religiosa se arrodilla ante el poder corrupto acallando la verdad de la realidad, se convierte también ella en corrupta promoviendo actitudes, comportamientos anticristianos, divorciados de los valores del Reino anunciados por Jesús, a saber: la verdad, la solidaridad y la justicia. Comenta el Papa Francisco que “Jesús, a estos corruptos, les decía: ‘La belleza de ser sepulcros blanqueados, que parecen bellos, por fuera, pero dentro están llenos de huesos muertos y de putrefacción. Hay que rezar para que el Señor cambie el corazón de estos devotos del soborno y se den cuenta de que la dignidad viene del trabajo digno, del trabajo honesto, del trabajo de cada día y no de estos caminos más fáciles que al final te quitan todo”.

Las iglesias cristianas y los cristianos con vocación de servicio desde la política y la democracia son la única salvación de nuestro pueblo. De ellos depende el crecimiento y desarrollo del país. De ellos depende que se desarrollen políticas sociales, educativas, sanitarias y laborales para que todos disfrutemos del bienestar de la Patria que soñaron nuestros patricios: Duarte, Sánchez y Mella. Así podremos mitigar, eliminar de raíz el dolor del pueblo, pero, sobre todo, de los más pobres. 

Concluyo agradeciendo a los honrados ciudadanos dominicanos y a los buenos cristianos su compromiso con la verdad y el buen hacer. 

Y rezo, por aquellos que apuestan al bien común, a la defensa de la vida, a la aplicación de la ley respetando los derechos de los imputados. Por aquellos miembros del ministerio público que se juegan la vida para que la bandera de la justicia continúe ondeando en Quisqueya. Por aquellos cristianos: padres de familia, pastores, diáconos, sacerdotes y obispos que siempre tienen en sus manos la Palabra de Dios y la realidad social para actuar siempre apegados a la verdad. Por aquellos ciudadanos que son discriminados por ser líderes políticos serios y honestos, para que cada día sientan el orgullo de servir a la vedad, aun a costa de ser obligados, por la fuerza de la oscuridad, a colocarse en la retaguardia. No desesperen, llegará el momento que la verdad les colocará al frente.

Recuerden que también ustedes, al igual que la sagrada familia, volverán a Nazaret para anunciar con renovado vigor que el bien reina sobre el mal, que la luz vence la sombra, que no hay nada escondido que no llegue a saberse. Que no es suficiente ser buenos, sino que hay que hacer el bien. Amén. 

P. José Pastor Ramírez, SDB

Inspector de los Salesianos en las Antillas 

Bayaguana, 26 de marzo de 2021

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